sábado, 28 de agosto de 2010

Fahrenheit 451 (1953). Ray Bradbury

Un futuro en el que los libros estan prohibidos, los impulsos automáticos reinan sobre la reflexión y la conciencia. Los coches conducen a gran velocidad porque así lo establece la ley, de modo que nadie puede admirar el paisaje a menos de 60 por hora. Los bomberos ya no apagan incendios (las casas son inifugas), los provocan, incineran los ejemplares que algunos rebeldes guardan. Las universidades solo instruyen oficios que no se valen del pensamiento si no de la actividad fisica o que se basan en tareas mecanicas. Se implanta de forma autoritaria un regimen en el que todos son, a la fuerza, iguales en cuanto a intelecto. De ese modo la gente es feliz en su ignorancia, o al menos cree serlo. 

“En cierta época, los libros atraían a alguna gente, aquí, allí, por doquier. Podían permitirse ser diferentes. El mundo era ancho. Pero luego, el mundo se lleno de ojos, de codos y de bocas. Población doble, triple, cuádruple. Films y radios, revistas, libros, fueron adquiriendo un bajo nivel, una especie de vulgar uniformidad.”



“Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de Estado o cuánto maíz produjo Iowa el año pasado. Atibórralo de datos no combustibles, lánzales encima tantos "Hechos" que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces, tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o la Sociología para que empiecen a atar cabos. Por ese camino, se encuentra la melancolía.”

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